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  • Por José Antonio Zúniga

CASA HACIENDA SANTO DOMINGO

Actualizado: 1 sept 2020


PLAYA SANTO DOMINGO

Historia del primer hotel turístico de la Isla de Ometepe

SANTO DOMINGO

Mi nombre es José Antonio Zúniga, nacido en la ciudad de Chichigalpa en 1946.

Me gradué de profesor de primaria en 1964 en la escuela Normal de Varones Franklin Delano Roosevelt en Jinotepe.

Trabajé 3 años en el Ingenio azucarero San Antonio, como profesor de primaria y luego de dejar el trabajo me fuí a Managua a seguir estudiando una carrera universitaria.

Al año de estar estudiando, se me hizo difícil la estadía en Managua ya que me hospedaba donde una hermana y al irse esta a los Estados Unidos, tuve que dejar los estudios,

Busqué trabajo como profesor y no había plazas vacantes.

Un día leyendo el periódico Novedades, vi un anuncio en donde necesitaban profesores para un proyecto educativo de gran envergadura en La Isla de Ometepe, ubicada en el Gran Lago de Nicaragua; así que me integré para ese puesto.

En realidad nunca había oído hablar de esa isla y ni sabía que existía.

Así que junto a 14 profesores graduados que participamos en ese proyecto, nos enrumbamos hacia el puerto de San Jorge en Rivas Nicaragua y tomamos una lancha hacia la Isla de Ometepe que dista a 15 kilómetros de San Jorge y tarda una hora en llegar.

Me habían contado mis primeros amigos isleños que que muy cerca de donde yo iba a dar clases, existía una bellísima playa de arena blanca llamada Santo Domingo, que a diferencia de otros balnearios que yo conocía, no tenía ninguna propaganda ni referencia como lugar turístico.

Como yo no iba a Santo Domingo a dar clase, si no a un lugar llamado Mérida, en donde había una gran hacienda de ganado de la familia gobernante Somoza; por lo tanto no iba en plan de turismo sino en plan de trabajo, nunca se me había ocurrido ir a explorar la playa, a pesar que ésta se encontraba a unos 30 minutos en donde yo daba clases.

Un día que me llego a visitar un profesor y gran amigo Enrique Moreno; presté dos caballos al mayoral de Mérida y decidí conocer esa playa de Santo Domingo de la cual me habían hablado lindezas.

La playa nos dejó atónitos por su belleza. Ubicada como en una hamaca, en medio de los dos volcanes (el Concepción y el Maderas), la paradisíaca playa de pura arena blanca se extiende por 7 kilómetros frente a las costas de Chontales.

Así que nos bajamos de las bestias y nos lanzamos a bañamos en la inmensidad y la soledad de la playa frente a una casa grande de dos pisos en construcción. Poco después al tiempo regresé para hacer este reportaje y conocí al dueño de esa casa, descubriendo que se trataba en realidad de un pequeño hotel de 9 habitaciones.

El Dr. Carlos Flores, nativo de la isla y su esposa, una ciudadana de origen suizo, decidieron aventurarse a construir una casa invirtiendo todos sus ahorros, no sólo para ellos sino para los turistas.

Según el Dr. Flores, se llamará "Villa Paraíso" y la casa hacienda de la familia Flores, "Santo Domingo" (de la cual la playa tiene su nombre) será también remodelada y convertida en hotel.

En esta casa, me recuerda su primo Alcides Flores, geólogo, una vez le dieron un almuerzo de 500 personas a mi padre, el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, durante una gira política de UDEL en Ometepe.

La Hacienda de Santo Domingo es como el cordón umbilical que une a los maravillosos volcanes que conforman un paraíso que sí existe y que aguarda para ser descubierto.

Alcides me dijo que cerca de su casa había un ojo de agua cristalina que brota constantemente debajo de la raíz de un árbol que, según Alcides Flores,

que es geólogo y la ha examinado, es de una calidad excelente.

Por años la familia Flores ha tomado el agua mineral de este pequeño pero maravilloso surtidor natural.

Al lado de Santo Domingo, pasando una pequeña punta de rocas está otra playa de iguales características, arena blanca volcánica, con un nombre un poco más sugestivo: "Calaysa". Sólo los ometepinos conocen este verdadero paraíso bañado por el Cocibolca.

En la Semana Santa muchas ramadas (como en los viejos tiempos) aparecen en ambas playas de la mar dulce. Es la gente que prefiere la tranquilidad a la aglomeración de otros balnearios del país, donde la gente debe buscar el agua dulce para enjuagarse la sal

del mar.

Ahora con el turismo en auge "Villa Paraíso" y otros restaurantes aledaños le dan un aspecto más moderno y tranquilo, brindando al turista un ambiente de paz.

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